Esta historia trata sobre mi mejor amigo en la
Escuela Luis Gerardo y yo. La cosa es que siempre estábamos desarmando cosas y
según nosotros creando/inventado cosas. Paradójicamente los dos somos
Ingenieros hoy en día.
La familia de Luis tenía una mueblería y mi
tata tenía un taller. Así que teníamos herramientas para hacer loco.
Un día a Luis G se le ocurrió hacer una bomba
de humo. No sé de dónde demonios saco la receta para hacer una bomba de humo
casera, pero el caso es que la teníamos. Así que comenzamos a construirla. Las
primeras pruebas se hicieron en la casa de Luis, casi quemamos la cocina. Las
siguientes pruebas decidimos hacerlas al aire libre. La bendita bomba tenía
varios tipos de pegamento, cabecillas de fosforo, creo que aguarrás, el armazón
de la bomba se componía de varias capas, tenía también papel aluminio, mechas
para encenderla. Era una bestialidad…
Bueno decidimos irla a probar a la plaza del
barrio. Salimos temprano de la Escuela y fuimos a probarla. Nos costó mucho
encenderla, pero al final encendió. Obviamente todo salió mal y cuando nos
dimos cuenta estábamos incendiando la plaza. Luis agarro una jacket que tenía y
trató de parar las llamas. Yo le tiraba tierra al fuego, pero las llamas
comenzaron a avanzar pues el viento soplaba fuerte. Algún vecino nos vió y llamó
a los bomberos, el incendio no pasó a más, y Luis y yo logramos salir ilesos y
nos escapamos de la escena.
Teníamos un “negocio de armas” a lo Nicolas
Cage en Lord of War. Fabián el loco del Random Access Memory 14 también nos
ayudaba a construir armas. Por cierto que más o menos en esta época fue que
comencé con mi colección de balas que casi acaban con uno de mis testículos (el RAM # 12).
Hicimos chacos con palos de escoba y restos de
cadenas. Hicimos espadas, hicimos estrellitas ninja con restos de discos de
esmeril y sierras. Intentamos hacer cuchillos tipo Rambo, teníamos cuchillas
afiladas por nosotros mismos, cerbatanas, resorteras, etc.
Armados hasta los dientes el par de engañados…
Pero de todas las armas caseras que teníamos la
más efectiva y la que más nos gustaba usar era esta:
No me pregunten qué es. No me pregunten para qué
se usa.
No me pregunten de donde la sacó mi amigo Luis.
Probablemente Luis se la robó de algún lugar o
tenía contactos en una armería (eso decía el, pero ni la mamá le creía).
La cosa es que yo se la cambié a Luis por las
estrellitas Ninja más un vuelto, y bueno, todavía la conservo. Este aparato
puede tener unos 26 años ahí donde lo ven.
Éramos tan hijueputas que le hacíamos filo a
las puntas de la herramienta esa, para que causara más miedo.
Una vez me agarré con el mongolón del aula
(Daniel) y le clavé el aparato ese en la espalda. Bien clavadas le quedaron
esas puntas en la espalda pues el mae me había dañado mi paraguas. Me llevaron
a la dirección, me regañaron bastante y no pasó a más. Pensaron que Luis y yo
éramos mareros, teníamos problemas familiares o éramos psicópatas.
Luego el chiste era entrar a la pulpería del
Chino de Fátima a ver que le podíamos robar (recuerden que estábamos armados).
Le robábamos pólvora, pistolas de juguete, cachiflines, bombetas, golosinas y uno que otro
juguete. Una vez obligamos a Carlos Francisco a robarse algo ahi donde el Chino del barrio. El mae
entró en pánico y lo único que se pudo robar fueron unos paquetes de té de
manzanilla (no superó el ritual de iniciación).